15 de junio de 2010

Ya no me cuesta desnudarme (Parte I)


Siempre fui tímido. Lo sigo siendo. Siempre fui introvertido. Eso lo fui cambiando con los años y con las experiencias. Siempre fui reservado. Desde hace poco estoy aprendiendo a no esconderme tanto.

Como casi cualquier niño, después adolescente, viví, crecí y evolucioné con mis valores, mis ideales, mis complejos y mis inseguridades. Siempre me dio vergüenza compartir mi intimidad, a causa de esto nunca tuve un "íntimo" amigo, muchos amigos, pero ninguno con un lazo afectivo especialmente fuerte. He sido confesor y guardián de la intimidad de bastante gente, quizás llegué a adulto algo joven (eso me han dicho muchas veces y puede que tengan razón). No pocos amigos, sobre todo amigas, me han tenido como un buen consejero, o un "oyente" de confianza siempre que han necesitado a alguien que les escuche. Y a pesar de que al parecer se me da bien, nunca fui capaz de ponerme en el otro lado, de hablar de mi, de confiarme a alguien.

En realidad, en toda mi vida sólo he tenido una amiga así, con la que yo no tenía ningún secreto, ni me daba ningún reparo absolutamente nada. Nos hicimos novios. Viví en primera persona lo del "uno más uno son mucho más que dos" durante bastante tiempo y con mucha intensidad. Me casé con ella. Formamos una familia. Con ella y con el indescriptible y maravilloso entorno de gente que nos rodeaba, aprendí tantas cosas que siempre estaré agradecido, a ella, a pesar de todo, y a los amigos que teníamos. Hoy también soy fruto, especialmente de aquella etapa.

Pero se fue, se acabó aquella historia de una forma muy trágica y violenta para mi. Me quedé entre otras cosas, sin mi única íntima amiga. También necesité alejarme bastante de aquel entorno de amigos, y por tanto, quedé bastante aislado y sin haber aprendido del todo aquello de confiar mi intimidad y mis pensamientos a alguien. Lo intenté con 2 o 3 personas, alguien con quien hablar, con quien desahogarme. Con una no conectaba, la otra me traicionó...

Hace 5 años y medio que explotó todo esto y sigo buscando ese amigo o amiga de plena confianza que casi todo el mundo tiene uno y sólo uno. Pero algo sí que he descubierto y he ganado en los últimos meses: ya no me cuesta desnudarme. Ya no tengo tanto pudor al hablar de mi, de mis sentimientos o de mis defectos. Ya he descubierto que todos tenemos de todo eso y no tiene demasiado sentido esconderlo siempre. Tampoco soy un kamikaze que va contando cualquier intimidad a cualquiera. No. En alguna ocasión me he equivocado y como dije antes, me han traicionado la confianza y me han hecho mucho daño. Pero sí que tengo a bastantes personas en las que confío o quiero confiar, con las que no tendría ningún problema en abrirme completamente si percibo un interés en escuchar. Y tengo que decir que me encanta verme así, saberme por fin capaz de hacerlo.

Teniendo buena gente alrededor, nada puedo temer. Quizás algo salga mal algún día, pero sé que tengo mucho más que dar y que recibir de la gente a la que aprecio especialmente si me quito las máscaras y me dejo ver mejor. Tengo confianza en lo que soy, fuera complejos, fuera miedos. Precisamente todo lo que últimamente vengo escribiendo, lo que publico y lo que se queda sin publicar, es una prueba de mi esfuerzo, de mis ejercicios para conseguir esto, dejar que quien quiera conocerme, pueda hacerlo. Y todo esto lo he ganado también gracias a lo que he visto en algunas personas, que no voy a nombrar ahora. Más de uno ni se imagina que está en esa lista. Gracias, aunque no lo sepáis.

He lanzado lo que soy al aire, para quien quiera verlo.


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