15 de septiembre de 2011

#AprendeAlicantino Cap.1: "Achavo"

Alicante, puerto y Benacantil desde Panoramis.
(Foto: ManoMC)
"Achavo". No está en el diccionario, pero es una palabra totalmente alicantina. Tiene 3 acepciones o usos ligeramente distintos:

1. interj. U. para comentar algo que satisface o que, por el contrario, decepciona o disgusta. Pablo ha aprobado todas las asignaturas, ¡achavo! No podemos ir al teatro: se ha suspendido la sesión, ¡achavo!

2. interj. U., antepuesta a un sustantivo, en construcciones exclamativas, para conferir sentido superlativo a las cualidades buenas o malas, según sean la entonación y contexto, que se reconocen en la persona o cosa designadas por dicho sustantivo. ¡Achavo mujer! ¡Achavo reloj que te has comprado!

3. interj. U., seguida de la preposición con y de un sintagma nominal, para marcar la actitud, favorable o desfavorable del hablante, matizada muchas veces de ironía, ante la persona o cosa designada por dicho sintagma. ¡Achavo con el niño! ¡Achavo con la musiquita!

Muy posiblemente, esta interjección provenga de la expresión "de a chavo", donde chavo = moneda de cobre acuñada por Fernando I en Nápoles que llevaba un caballo en su reverso. Su valor de un chavo fue hasta el siglo XIX. Comparable al "centavo", al "céntimo".

(Extraído de www.alicantevivo.org)

18 de marzo de 2011

A la luna...

A la luna... hay que quererla. Hay quien no la ve nunca, hay quien la ve con indiferencia.

A mi me suele emocionar con frecuencia. Porque tengo costumbre de buscarla cuando voy por la calle, a ver qué cara trae. Por las noches es más fácil encontrarla o acordarse de ella. A veces, sin buscarla, la veo allá arriba, delante de mi y me alegro por el encuentro fortuito. Me encanta verla por el día, como fuera de su hábitat natural y preguntarle ¿qué tal estás, cómo tú por aquí a estas horas?

Verla llena, redonda, siempre es hermoso. Pero hay que admirarla en todas sus formas, como cuando sólo se dibuja un fino arco, como una uña. Verla salir a primeras horas de la noche cuando está llena, desde Alicante puedes verla salir por el mar, roja, gigante, no parece ella. Pero a los pocos minutos, vuelve a su estado, como si te dijera "soy yo, me ves? estoy aquí, como siempre". Tranquila, serena, blanca.

Si estoy en la montaña me incomoda echarla de menos. Si no la veo, no sé si es que ya se fue o todavía no ha llegado y no me gusta. Me encanta pasear por la montaña iluminado sólo por su luz. Me encanta ver cómo atraviesa el cielo con el paso de las horas, cómo coquetea con miles de estrellas, pasando por delante de las constelaciones.

A veces es más tímida y se esconde entre nubes. Esas noches no le apetece ser protagonista y deja que sean las nubes las que dibujen en el lienzo de la noche figuras, texturas y colores. Pero es ella, siempre es ella, la que está ahí, variante y estática a la vez.

Algún día volveré a tener alguien dentro de mi abrazo con quien pasar horas observando a la luna. Mientras, seguiré en las nubes, cerca de ella.

Mágica. Con lo grande que es el Universo, este pequeño planeta azul tiene la inexplicable suerte de tener dos cosas: A nosotros y a la Luna.