8 de junio de 2010

Todo se transforma

La historia que voy a contar, por "fabulesca" que parezca, es completamente real, hasta el más mínimo detalle. En plena crisis emocional y personal, en mitad del derrumbamiento general del mundo que había creado y en el que había creído, hace unos 4 años, me pasó la siguiente anécdota:

Salí de casa como cada mañana. En lugar de ir a trabajar, pedí las primeras horas de la mañana para realizar gestiones personales urgentes. Tenía previsto ir a trabajar más tarde. Pongo un CD con unos 120 mp3 mezclados y variados de música, con reproducción aleatoria. Temprano, voy al banco, aparco cerca, en zona azul. Cuando estoy aparcando, me suena el móvil. De la oficina, que ha habido una avería en la centralita telefónica y están sin teléfonos fijos ni fax. Doy instrucciones de dónde tienen que llamar y digo que iré lo antes posible. Busco dinero para pagar la zona azul y sólo tengo moneda de 2 euros. Por no perder tiempo buscando cambio, pago 2 euros en lugar de los 30 céntimos que serían más que suficientes. Entro al banco, salgo en 3 minutos y cojo el coche. Cuando estoy saliendo del aparcamiento, otro coche quiere ocuparlo. Salgo y paro, me dirijo al coche que aparca en mi lugar y le doy el ticket, ya que yo he perdido el dinero, que le sirva a otro.

Me voy hacia la oficina del Racc Club, para recoger mi nuevo carnet de conducir, que caducó el día anterior y a recoger justo al lado unos documentos de una notaría. De camino, me suena el móvil. La delegación de Tenerife, que tiene problemas con los ordenadores y el servidor. No pueden conectar y por tanto no pueden trabajar. Les digo que no puedo hacer nada, que paren y esperen a que llegue yo a la oficina. Empieza el nerviosismo en mi... y ya me muevo con mucha prisa. Llego a la notaría e intento aparcar. No hay huecos. Me suena el móvil: la oficina, de nuevo. Que ya ha llegado un técnico para lo de la centralita, que no puede hacer nada hasta que yo no llegue.... y yo buscando aparcamiento en el centro de la ciudad. "Que por favor se espere, que tardo media hora (espero), que vaya probando esto y lo otro". Mientras, media empresa paralizada, sin teléfonos ni ordenadores, unas 20 personas sin poder trabajar bien.

Buscando aparcamiento, circulo despacio y veo que alguien abre la puerta de un coche: -"¿Se va usted?" -"No, lo siento". Sigo buscando. 6 metros más adelante, otro que abre un maletero: -"¿Se va?" -"No". Circulo 4 metros más y paro en un cruce. Alguien me toca en el cristal. Una chica joven, guapísima por cierto. Bajo la ventanilla y me dice "creo que buscas aparcamiento, te veo apurado... en la manzana siguiente tengo mi coche y me voy". ¡Un ángel! [al que, tonto de mi, no le di el teléfono ni le pedí el suyo]. Le sigo, me hace un gesto, paro, saca su coche y aparco el mío, a 20 escasos pasos de donde tenía que ir. Cuando estoy terminando la maniobra, me vuelve a tocar el cristal, bajo la ventanilla y me da un ticket de zona azul "toma, que me ha sobrado mucho importe y seguro que te vendrá bien... hasta luego"... yo, tonto y más que tonto, sólo acerté a decirle... "gracias!"... mientras, casualmente, en la reproducción aleatoria de mi CD, que tenía sonando una canción que ni siquiera estaba escuchando, comienza en ese justo instante a sonar el estribillo "Cada uno da.... lo que recibe, y luego recibe lo que da... Nada es más simple, no hay otra norma, nada se pierde, todo se transforma".

Ni que decir tiene, que tan pronto llegué a la empresa, encendí mi ordenador y antes de hacer nada más, inicié MSN y puse en mi estado exactamente eso, el estribillo completo. Los que me conocen, saben que tuve perenne e invariable ese estado durante al menos dos años.

En aquel momento no quise que se me olvidara nunca esa anécdota ni ese estribillo. Ahora pongo ya otras cosas, pero seguro que aquel nunca se me olvida. Y desde entonces, todavía si cabe, tengo ese lema mucho más presente que antes.

No sé por qué, tengo muchas cosas que agradecer en mi vida a las casualidades, para bien, a veces para mal. Pero siempre se aprende, si quieres.

Dar aquí, recibir allá. Ser generosos, no comerciar. No dar a cambio de. Colaborar con la magia caótica del intercambio libre de leyes. En bienes, en tiempo, en recursos, en amores. Todo se transforma.... cada uno da... y luego recibe lo que da....

Jorge Drexler – Todo se transforma

http://www.youtube.com/watch?v=p8Zp-h1NSpM

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