16 de junio de 2010
Soledad, aquí están mis credenciales...
Otro día escribiré sobre cosas con las que me identifico. No pretendo, ni mucho menos, convertir esta especie de "blog" íntimo en un homenaje a Jorge Drexler. Ya hablé de una canción, hoy toca otra y queda al menos una más. Lo que pasa es que me identifico con sus letras, con su forma de componer, con su forma de grabar y de entender la música. Y últimamente, en bastantes momentos más o menos importantes estuvo de fondo Drexler. Este es otro de ellos:
Hace de esto meses arriba, meses abajo, unos 3 años. Aquel día, había concierto de Drexler en el Teatro de Elda. Ibamos a ir tres, mi hermana, mi cuñado Manolo y yo. Salí desde Alicante yo sólo en mi coche. El concierto pertenecía a la gira promocional de "12 segundos de oscuridad". El día anterior al concierto pude escuchar ese disco por primera vez y lo hice sin poder prestar demasiada atención. Recuerdo que tenía el listón demasiado alto, después de "Sea" y sobre todo de "Eco" me parecía que no se podía superar a sí mismo. Escuché el disco y en ese primer contacto me pareció sensiblemente inferior a los anteriores. Al día siguiente, el día del concierto, pude escucharlo de nuevo en el coche. Empezaron a gustarme cosas, pude prestar atención a la letra de la canción que da nombre al disco, la entendí... y me encantó. Me gustó el sonido del tema "Soledad" y el dueto con María Rita, pero no pude atender a la letra. Camino de Elda, por la autovía y con mucha tranquilidad, volví a escuchar "Soledad" prestando atención a la letra.
Soledad (Jorge Drexler, 2006)
Soledad,
aqui estan mis credenciales,
vengo llamando a tu puerta
desde hace un tiempo,
creo
que pasaremos juntos temporales,
propongo que tu y yo
nos vayamos conociendo.
Aquí estoy,
te traigo mis cicatrices,
palabras sobre papel
pentagramado.
No te fijes mucho
en lo que dicen,
me encontrarás en cada cosa
que he callado.
Ya pasó,
ya he dejado que se empañe
la ilusión de que vivir
es indoloro.
Qué raro que seas tú
quien me acompañe, soledad,
a mi, que nunca
supe bien cómo estar solo.
Lo que ocurrió justo después nunca lo he contado, me lo impide esa vergüenza de la que hablaba en mi anterior entrada del blog y no lo sabe absolutamente nadie. Me pilló conduciendo a la altura de Monforte. La letra de esa canción, la entonación susurrada de Drexler y María y la intimidad de la música me pegó tal mazazo que me emocioné al final, justo al final de la letra. Intenté sobreponerme, pero la letra, entera, tal cual, se repite de nuevo desde el principio. Y a la segunda vuelta no sobreviví. Rompí a llorar como hacía tiempo que no lo hacía. Cogí tal congestión que me fue imposible conducir y tuve que parar en la gasolinera de la salida de Novelda. El tiempo que tardé en recuperarme casi me cuesta llegar tarde al concierto (como siempre que llevo entradas de los demás además de la mía). Ya en el concierto, a mitad del mismo, Drexler la interpretó y nuevamente se me paró la saliva en la garganta como una pelota de tenis y volvieron a aguarse mis ojos. Creo que mi hermana no se dió cuenta, no sé, decirme no me dijo nada.
Es como si hubiera compuesto yo esa canción, es la melodía justa, la velocidad perfecta, los arreglos exactos que habría hecho yo si tuviera el talento suficiente como para fotografiar con música lo que ocurre en mi cabeza. Y a la letra, ni le puedo poner ni quitar ni una palabra. Lo expresaba todo, tal cual era, en aquel momento.
Era un momento en el que yo me creía que ya tenía algunas cosas superadas. Siempre tuve a mi numerosísima familia al lado, cada día, todos los días. En el trabajo tenía muy buen rollo con todo el mundo, me llevaba de forma correcta y cordial con mi ex, me llevaba muy bien con toda su familia, estaba conociendo a mucha gente en el mundo de la música, a tocar, a relacionarme, a ser valorado, a sentirme querido... no sabía que todavía podía sentir la soledad de esa forma.
Hoy me sigue emocionando esta canción, a veces hasta duele. Ese dolor "dulce" que no hiere pero empaña. Pero ya no me afecta tanto, no es capaz de derrumbarme. Es más, me encanta escucharla, vivirla, sufrirla y vibrar con sus notas. Ahora es un color más que forma parte de mi paleta personal, con la que sigo pintando hoy. Y con ese color, cada vez que la escucho, me dibujo rayitas en el horizonte para recordarme que no quiero volver a llorar por eso. Y sobre todo que, haré siempre todo lo que esté en mi mano para que nadie a quien yo quiera, pueda sentir esa tristeza.
http://www.youtube.com/watch?v=5fWPbdMG0dY
http://open.spotify.com/track/58W8oOa1q7TQUpGmAYazFZ
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