5 de marzo de 2012

Reivindico la LOCURA como arma de curación masiva

Creo que el mundo está enfermo, tristemente enfermo. Hay muchos virus, que se van expandiendo entre la población desde hace muchas generaciones.

Todos los virus "modas", existe una inmensa variedad de ellos. Hacen que nos comportemos como autómatas clonados que compramos sin necesidad ropas o muebles sólo porque deben ser parecidos al del resto. Que nos hace decir que nos gusta una música sólo porque nos la ponen allá por donde vamos. Por eso reivindico la locura, como antídoto a los virus "modas", porque es mucho más feliz el loco que se pone ropa de colores en lugar de un traje gris o escucha música rara que nadie comprende. Porque es mucho más feliz el loco que amuebla su casa con botellas de plástico vacías, pallets barnizados, pinta cosas en las paredes y escribe poemas con rotulador en los muebles. La locura supera a las modas.

Foto: ClownClub en la batalla verde
de Guadalest, 2010 (por ManoMC)
El virus de la apatía. Entre otras muchas vías, se propaga por la televisión, esa máquina de idiotizar o la sobreinformación contradictoria de los medios. En el puesto de trabajo se contagia con la poca valoración del esfuerzo entre compañeros y por los superiores. En casa te puedes enfermar a causa del cansancio o el estrés. Por eso hay que tomar pastillas de Lokuril 200mg en ayunas y sin masticar, para que nos aburra el borreguismo televisivo por monótono y previsible, para que podamos ver con mirada crítica todo lo que dicen los medios, las empresas, los curanderos, los carteles publicitarios, las etiquetas de los productos de cosmética, aunque te llamen loco inadaptado. Por eso hay que ir a trabajar sonriendo y de forma eficiente, pero no cortarse a la hora de protestar por algo injusto. Si un compañero te dice "¿pero estás loco?" quizás hayas conseguido un escalón de dignidad y respeto. Hacen falta locos en las familias, que se revuelquen por el suelo con los niños como si estuvieran poseídos, que imiten voces o que rían a carcajadas en las comidas, aunque vengan cansados a casa y con mil problemas.

El virus del "amor estándar". Ese amor prefabricado y enlatado de regalo de San Valentín, de "si tú sales con tus amigas dos veces, yo también tengo derecho a irme dos veces con mis amigos", de tratos y contratos, de sexo cuatro veces por semana, de "tú lo tuyo y yo lo mío". Creo que son mucho más felices los locos que tienen la osadía de ofrecer "lo mío es tuyo", el loco que no negocia con el cariño y no hace tratos, sino el que hace las cosas sólo por amor, como los más locos de las películas. Hay que estar loco para tener delante a tu pareja de los sueños y desear más que cualquier otra cosa que hoy "me pidas pasar la noche sólo abrazado a ti, porque lo que quieres es que esté contigo". Hay que estar loco para vivir y poder entender el amor de verdad.

El mundo está enfermo, aunque no quiera saberlo. Pero se puede arreglar con una buena dosis de locura. Narices rojas, cintas en el pelo, carcajadas abiertas, música fresca, dar gratis, llorar juntos, robar un beso, regalar un abrazo, dejar la puerta de tu casa abierta, entregarte a alguien, bajar a tumba abierta, revolcarte por el suelo, jugar como un niño, ensuciarte de barro y de pintura, meterte en el mar vestido, pasear por el monte bajo la lluvia. El mundo está enfermo, pero será de los locos. La felicidad la fabrican ellos y la saben compartir. La locura, la mejor arma de curación masiva.

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