16 de abril de 2012

Abrazos, caricias, besos...

He estado una semana de vacaciones. Probablemente, las vacaciones menos preparadas de mi vida en cuanto a qué hacer, pero las más preparadas en el aspecto anímico y emocional. Del martes al viernes en Toledo, del viernes al domingo en Cazorla, con distintas personas. Una semana llena de abrazos, caricias y besos.

Abrazos, caricias y besos en forma de palabras, gestos, risas, miradas de complicidad, ganas de aprender, de compartir y de reírnos de todo, con la personita que más quiero del mundo. Porque necesitamos de vez en cuando, compartir horas de coche y paseos por pueblos y campos, para hablar de música, de fotos, de chistes, de naturaleza, de relaciones humanas, de gustos y colores.

Abrazos, caricias y besos en forma de pueblos, castillos, ríos, pantanos, bosques... porque amo el suelo que piso, el que conozco y el que no, el de cerca y el de cerca de otros, y necesito de vez en cuando ver cosas desconocidas y ver que quizás sean como las que conozco, pero hoy, más bonitas.

Abrazos, caricias y besos en forma de puertas, un sillón y una mesa, de un hogar que no es el mío, formado por una casa y por una persona muy importante en mi vida, que ahora está lejos y además vive en otra ciudad, pero un hogar donde de nuevo, me he vuelto a sentir como en mi propia casa.

Abrazos, caricias y besos en forma de palabras, hechos y fotos, porque hay gente de la que llevas años aprendiendo, en cada cosa, en cada caso, observando con cariño qué y cómo hacen. Más aun cuando esa gente, pese a cualquier cosa, siempre sabe estar a la altura.

Abrazos, caricias y besos en forma de soles, nieblas, lluvias, granizos y nieves. Porque cada vez que he salido a pasear por algún sitio, he vuelto mojado a casa o al coche. Todos los días. Y así, aprendes cada momento, que no tiene más suerte el que todo le sale bien, sino el que sabe disfrutar y sacar lo mejor de cada ocasión aunque a veces las cosas no salgan como se planeen. Y a lo mejor no hemos podido ver algunas cosas, pero el cielo pintado con cien nubes distintas, ver venir la tormenta de cara, que te sorprenda una nevada violenta o mojarte paseando bajo la lluvia, son cosas fantásticas que te brinda la naturaleza.

Abrazos, caricias y besos en forma de abrazos, caricias y besos, porque los he recibido y dado a borbotones, tantos que temo que tardaré días en digerirlos. De esos que te devuelven al mundo real, al que no entiende de metáforas, al de tocar, al de oler, al de sentir de verdad las cosas que no pueden escribirse o leerse.

Esta noche, las risas, los ríos, las puertas, las palabras, las nubes, las caricias y yo no cabemos todos en mi cama y sin embargo, me voy a dormir echándolos de menos. Hasta mañana.



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